"No hay manera de despegar de mi piel esos momentos, no hay momento en que no estés en la brisa que entra por la ventana, en el rayo de sol que encandila, en el mar que que abraza y acaricia... Y creo en mi mente ese momento tan perfecto y tan real de volverte a encontrar, y mientras tanto sueño contigo..."
Incluso tras todo este tiempo El Sol nunca dice a la Tierra «estás en deuda conmigo». ¡Observa lo que ocurre con un Amor como ese! —Ilumina todo el Cielo. (Hafiz s. XIV)
"Algunas mujeres no quieren estar en el desierto psíquico. Aborrecen su fragilidad y su frugalidad. Una y otra vez intentan poner en marcha su oxidado cacharro y bajar dando tumbos por el camino hacia la resplandeciente ciudad soñada de la psique. Pero sufren una decepción, pues lo exuberante y lo salvaje no está allí. Está en el mundo espiritual, en aquel mundo entre los mundos, en aquel Río Bajo el Río.
No te engañes. Vuelve atrás, regresa junto a la roja flor del cactus y ponte en camino para recorrer resueltamente el último y duro kilómetro. Acércate y llama a la vieja puerta desgastada por la intemperie. Sube a la cueva. Trepa a la ventana de un sueño. Recorre cuidadosamente el desierto a ver qué encuentras. Es lo único que tenemos que hacer.
¿Quieres un consejo psicoanalítico?
Ve a recoger los huesos."
*extracto de "Mujeres que corren con los lobos" de Clarissa Pinkola Estés. Capítulo 1: "El aullido: la resurreción de la mujer salvaje".